Dentro de las siglas LGTBI, hay una letra que a veces pasa desapercibida, la letra B, de Bisexual. El prefijo “bi” viene del griego y significa doble o dos. Así las personas bisexuales suelen definirse como aquellas que pueden sentir atracción o deseo tanto por hombres como por mujeres.
Cómo el cajón binario hombre-mujer se queda pequeño, hay personas que prefieren utilizar el término pansexual para referirse a la atracción y el deseo hacia personas de múltiples géneros o identidades (hombres, mujeres, trans*, genderfluid, personas no binarias, intersex, etc.). El prefijo “pan” viene del griego y significa todo, por tanto, las personas pansexuales pueden sentirse atraídas por todo tipo de personas independientemente de cómo estas se definan.
Hay un debate interesante en las redes sociales entre bisexuales y pansexuales en torno a la transfobia. Hay quien argumenta que el término bisexual es binario y genera transfobia porque no incluye a las personas trans*. Por el contrario, hay quien argumenta que lo pansexual es transfobo porque no reconoce plenamente a las personas trans* como hombres o como mujeres. En cualquier caso, lo interesante de este debate es que reflexionemos entorno a la transfobia, a los modelos de género y a cómo vivimos el deseo!
A veces nos podemos preguntar si somos bisexuales o pansexuales porque nos fijamos con personas de diferentes géneros, porque nos hemos dado algún beso con algún amigo, pero también con alguna amiga, porque se nos han despertado sentimientos o emociones tanto hacia chicos, hacia chicas… Está muy bien que nos hagamos esas preguntas. La sexualidad y los vínculos afectivos son motores para conocernos mucho mejor a nosotras mismas!
La sociedad nos presiona de muchas maneras: presuponiendo que todas las personas son heterosexuales, empujándonos para que nos definamos cuanto antes, repitiéndonos que tener una pareja estable es lo mejor, haciéndonos creer que nuestra sexualidad y nuestro deseo se vive de la misma manera a lo largo de la vida… A veces, estas presiones son como una norma que no queremos cumplir y nos hacen sentir agobio y malestar. Compartir nuestros malestares con nuestras amistades y pensar sobre estas cosas juntas, seguramente nos ayudará a sentirnos mejor.
Recordémonos juntas, que somos libres de vivir nuestra sexualidad y nuestros vínculos afectivos de la manera que más nos guste y que mejor nos siente. ¡No tenemos que pedirle permiso a nadie para ser nosotras mismas!
Nuestra identidad depende única y exclusivamente de lo que decidimos y de lo que nos hace sentir felices y cómodas.
Ojito con la reflexión “Recordémonos juntas, que somos libres de vivir nuestra sexualidad y nuestros vínculos afectivos de la manera que más nos guste y que mejor nos siente. ¡No tenemos que pedirle permiso a nadie para ser nosotras mismas!”. Parece una tontería, pero hay quienes se agarran a ciertos mensajes interpretándolos como mejor les conviene, y en este, eso de no pedir permiso puede tener connotaciones negativas cuando se quiere vivir la propia sexualidad con otras personas que pueden no habe dado su consentimiento (pienso en acosadores, perseguidores, delusivos, o simplemente gente tan insistente que llega a incomodar).