Son todas esas situaciones de las que nadie habla, pero que todo el mundo conoce. Es aquella que encontramos en los vestuarios, en el patio, en el pasillo, dentro y fuera del aula, en el móvil, cuando salimos de fiesta, cuando nos enrrollamos con alguien… La violencia sexual es algo muy cotidiano en nuestras vidas: puede provenir de un amigo, de un profe, de un ligue, de una pareja, de un familiar, y a veces, las menos, también de un desconocido. Sin embargo nos cuesta mucho hablar de ella, ponerle nombre, señalarla, decir a mi me ha pasado, visibilizarla.
La violencia sexual es real y forma parte de la vida, del dolor de muchas niñas, chicas jóvenes y mujeres. Muchas veces la culpa y silencio provocan que vivamos estas situaciones en soledad. Pero la culpa nunca es de quién recibe violencia sexual. La única persona responsable es el agresor. Y es que la violencia sexual no tiene que ver con la ropa que llevabas, con la actitud que tenías, con dónde estabas, o con quién estabas.
Nadie merece, ni debe ser víctima de violencia sexual.
Si crees que has vivido violencia sexual, busca una persona de tu confianza para que te acompañe. Recuerda: no estás sola. Alguien de tu entorno puede acompañarte y ayudarte. Sabemos que no es fácil, estamos contigo. Busca ayuda entre tus amigas, familiares o profesoras de tu centro de estudios.