Dentro de la comunidad LGTBI la letra I es la más desconocida y no por casualidad. Pero vamos por partes, la sigla I engloba a las personas intersex. La intersexualidad no tiene que ver con las preferencias sexuales (como la L de lesbiana, la G de gay o la B de bisexual) sino con el sexo. Tradicionalmente la sociedad ha impuesto una visión binaria sobre el sexo dejándonos sólo dos posibilidades: macho o hembra/ hombre o mujer, pero gracias al esfuerzo de activistas intersex ahora sabemos que esto no es tal y como nos han hecho creer ¡Qué fuerte!
Resulta que muchas personas al nacer tienen características sexuales ambiguas en su genética, en su corporalidad o en sus órganos sexuales, que hace difícil que puedan encajar en categorías cerradas como hombre o mujer. Esto parece ser un gran dolor de cabeza para nuestra sociedad, porque, si no eres niño ni niña ¡bufff colapso! ¿a qué lavabo vas?¿cómo te tratará la gente en masculino o en femenino?¿por qué carril te llevaremos, por el rosa o por el azul?
Cómo parece más fácil cambiar a una persona que las creencias erróneas de muchas, los médicos hacen una reasignación binaria: deciden operar al bebé para hacerlo encajar a una de las dos categorías. El motivo de la intervención médica no responde a motivos de salud sino al rechazo social que genera la ambigüedad. Esto es dolorosamente injusto por estas personas porque no pueden decidir sobre su cuerpo, puesto que son operadas cuando son muy pequeñas determinando el resto de su vida.
El motivo de la intervención médica no responde a motivos de salud sino al rechazo social que genera la ambigüedad.
Ante esta injusticia, muchas personas intersex reivindican sus derechos y cuestionan que el binomio hombre-mujer sea natural e inmutable; la intersexualidad no es ninguna enfermedad que necesite ser curada, el binarismo social sí.
¡Queremos desafiar las normas del género, del sexo y la sexualidad! ¡Queremos una sociedad que de cabida a todos los cuerpos! Porque no hay cuerpos equivocados sólo creencias por cambiar…