
Desde hace meses estamos viviendo una situación difícil. Es normal que nos surjan muchas dudas sobre como cuidar nuestra salud sexual y evitar el contagio.
En este tiempo de incertidumbre podemos reflexionar sobre cómo protegemos nuestra salud sexual, con o sin Covid. ¿Qué nos hace sentirnos seguras? ¿Cómo negociamos nuestras prácticas y juegos con las otras personas?, ¿hablamos abiertamente de lo que nos mola y lo que no en el sexo?
¿Qué tiene que ver el género a la hora de negociar prácticas sexuales seguras? ¿Cómo podríamos tener sexualidades más seguras y más placenteras?
Más allá de las recomendaciones generales sobre cómo protegernos frente al coronavirus, nos están llegando discursos desde los medios de comunicación donde la sexualidad se representa cómo una esfera de riesgo y peligro. Parece que una vez más la salud sexual se enfoca desde el miedo y no desde el cuidado, la negociación y comunicación. Por eso queremos compartir algunas reflexiones:
- La covid-19 NO es una ITS
Las ITS son infecciones de transmisión sexual. Las infecciones que se pueden transmitir a través del contacto de la saliva de una persona que tiene el virus con la nariz o la boca (o otras mucosas) de otra persona, como la covid-19, la gripe o la mononucleosis, no se consideran ITS porque la vía sexual no es la principal vía de transmisión.
- La salud no puede ser una excusa para controlar nuestros cuerpos ni nuestras sexualidades
El virus de la covid-19 se transmite sobre todo por la saliva. En este sentido, besarse tiene un riesgo parecido al de compartir cubiertos o vaso. Entonces, ¿por qué hay tantas páginas sobre “sexualidad y covid-19″ y no tantas sobre “compartir cubata y covid-19″ o “perdigones en las mesas del bar y covid-19″? No será que los temas de “salud” a menudo se aprovechan para decirnos cómo tienen que ser nuestros cuerpos y cómo los tenemos que usar? Adelgaza, es por salud. Abstinencia de todo, es por salud. La mejor forma de follar en tiempo de covid-19 es hacer el perrito. ¡Hola heteropatrircado! ¿En serio, el perrito? Si crees que la única forma de follar en tiempo de pandemia es hacer el perrito, tienes un problema mucho más grave que la covid.
- Tanto con la covid-19, como con la sexualidad, la comunicación es la mejor protección
Uno de los mejores aprendizajes que podemos hacer de esta situación es pensar cómo queremos vivir, qué es lo que hace que nuestras vidas valgan la pena. Y a partir de aquí, ver qué pactos podemos hacer con la gente con la que convivimos y con la que nos relacionamos para vivir el máximo de cerca posible de lo que nos gustaría en estos momentos. No queremos vivir aisladas. Tanto con la covid como con la sexualidad, hablar y negociar es la mejor forma de acercarnos a lo que deseamos.
- Ante la covid-19, + placer + cuidados – culpa – estigma
Tanto en relación con la sexualidad como con la covid-19, tenemos que tomar decisiones de cómo nos queremos cuidar y de cómo queremos cuidar a las personas con las que nos relacionamos, sabiendo que el riesgo cero no existe. Los mensajes basados en el riesgo y el miedo no facilitan la toma de decisiones, no previenen, solo generan procesos de culpa y estigmatización.
- Ni la covid-19 es una guerra ni el sexo una batalla
El miedo es una emoción que nos puede ofrecer muchos aprendizajes si nos escuchamos y hablamos sobre ella. Pero cuando estamos en un entorno donde continuamente recibimos mensajes que alimentan nuestros miedos, este ejercicio de conciencia sobre lo que nos pasa es muy difícil, porque cuando el miedo es muy elevado es como si ya no pudiéramos pensar. Cuando la prevención se fundamenta principalmente en mensajes basados en el riesgo y el miedo estamos ante una estrategia de control social: dejamos de hacer determinadas conductas porque tenemos miedo y punto.
- Respecto a la sexualidad, el patriarcado continúa siendo el mayor factor de riesgo
A pesar de que no somos muy partidarias de poner el foco en el riesgo, si lo ponemos, pongámoslo en los riesgos que realmente afectan nuestras vivencias de la sexualidad: sentir que nuestros cuerpos no son suficientemente bonitos, heterosexuales, delgados, capaces; sentir poca escucha o poco respeto por parte de nuestros ligues; pequeñas (o grandes) presiones y chantajes: amor, va, que no pasará nada, que yo prefiero sentirte piel con piel, ¿qué pasa, que no confías en mí? O: va, si me quisieras lo harías, si tú no me lo das a lo mejor me tendré que buscar a otra. Y también la penalización de la sexualidad de las chicas; el poco conocimiento que tenemos de nuestros cuerpos en relación a la sensibilidad y al placer; que mucha gente crea que tener sexo es literalmente meter el pene en agujeros y ya está o que un polvo se acabe cuando un tío se corre.
- Si pensamos en salud sexual: ¡reclamamos justicia erótica!
Tanto en el ámbito de la pandemia como en el de la sexualidad hay un conjunto de elementos estructurales (género, raza, clase, edad, diversidad funcional, etc.) que permiten acceder de forma diferencial a condiciones mejores o peores para vivirlas. En este sentido, más que poner el foco en conductas individuales, tendríamos que reivindicar justicia, tanto justicia erótica (un mundo que permita que todas las personas puedan acceder de forma justa e igualitaria al placer y al deseo) como justicia en relación con el acceso a unas condiciones de vida dignas para todo el mundo.
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[…] sea un buen momento para contagiarnos de pensamiento crítico y en lugar de centrarnos en el miedo, preguntarnos cómo enriquecer nuestras sexualidades, cómo […]