Puede que alguna vez andando por la calle te hayan lanzado comentarios sobre tu cuerpo como si fueras un objeto. Puede que estés en una discoteca bailando con tus amigas y de repente aparece el pesado de turno que no deja de molestar y otra vez lo mismo! Puede que hayas flipado cuando un colega de toda la vida ha querido ligar contigo insistentemente sin respetar tu negativa. Puede que te hayan tocado el culo por la cara, te hayan dirigido comentarios lesbófobos al verte enrollada con tu “churri” o mientras te enrollabas con alguien, o que hayas sentido que alguien traspasaba tus límites.
No es casualidad que por el hecho de ser chicas, hayamos vivido situaciones similares a las descritas, desgraciadamente tenemos muchos ejemplos de agresiones sexistas porque provienen del machismo de nuestra cultura que se materializa cotidianamente en las actitudes y los comportamientos sexistas de los “machitos”. Las agresiones provocan malestar, que se nos corte el rollo, rabia, miedo, enfado… Cada una de nosotras va aprendiendo a dar respuesta individual o colectiva (¡las amigas son las mejores aliadas!).
Debemos tener muy claro que, ante una agresión, la responsabilidad nunca es nuestra sino de quien traspasa los límites.
Nada justifica una agresión. Las chicas tenemos todo el derecho de vivir la calle, la noche y las fiestas, cuando queramos y como queramos, a vestirnos como nos guste y, por descontado, a vivir una sexualidad libre y deseada.
Si eres un chico, puede que alguna vez hayas dirigido “piropos” con tus amigos a una chica, hayas aplaudido a un colega que “baboseaba” a alguien, hayas reído ante bromas sexistas, insultos homófobos o actitudes tránsfobas, hayas dicho que tal chica es una calienta-pollas, otra una “guarra” y la de más allá una estrecha… ¡Háztelo mirar, porque estás siendo muy machista!
Puede que alguna vez te hayan generado malestar estos comportamientos pero has hecho la vista gorda como si la cosa no fuera contigo. Pero, ¡sí que va contigo! Si no haces nada, estás siendo cómplice de estas situaciones. Estamos hablando de agresiones sexistas y es responsabilidad colectiva frenarlas. Eso sí, “de héroes alfa” no necesitamos, lo que hace falta es revisar el machismo cotidiano que se da en el grupo de colegas y confrontarlo.
Parece difícil… pero seguro que si te esfuerzas un poco, lo consigues.